Don Nieve.

Nonfiction, Health & Well Being, Psychology, Mental Illness, Self Help, Self Improvement, Self-Esteem
Cover of the book Don Nieve. by Don Nieve, Don Nieve
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Author: Don Nieve ISBN: 9781370645251
Publisher: Don Nieve Publication: October 18, 2016
Imprint: Smashwords Edition Language: Spanish
Author: Don Nieve
ISBN: 9781370645251
Publisher: Don Nieve
Publication: October 18, 2016
Imprint: Smashwords Edition
Language: Spanish

“Miauuu. Miauuuu…” ¿Qué estará haciendo mi mamá en estos momentos? ¿Y mis hermanos? Ahora, ya adultos, después de tantos años se me presentan desdibujados. Solo matices triviales rellenan los huecos de las partes de su vida actual que desconozco. ¿Cuánto habrá de ellos mismos en las máscaras que tienen que llevar para poder vivir el día a día con la sociedad, con el mundo, con la familia, incluso con ellos mismos?
¿Acaso es la distancia? Cada uno en un lugar del mundo. ¿Es el tiempo, que con su transcurso implacable conforma la cadena de sucesos y experiencias que conforman tu vida? ¿Qué hace que nuestros corazones se separen? Que se hallen tan lejos estando en su momento tan unidos, tan imbricados de vida que apenas podías distinguir donde acababas tú y empezaba el otro. “Miauuuuu.”
En cualquiera de los casos todo era más sencillo, más intenso. “¡Ven un momento Sara!” Mi hermano mediano. Travieso. Incansable. Curioso. Indomable. Mentirosote. Déspota infantil. ¿Hiperactivo? “¡Ven que he encontrado algo muy raro en el baño!”
Yo la pequeña. Inocente. Tranquila. Con gusto por los juegos tranquilos. De fácil ensoñación. Introvertida. No me olía nada bien el asunto. Algo contenido, levemente cruel que se dejaba entrever a través de su prosodia, presagiaba una sorpresita para mí. “¡Ven, hombre, tonta! Que no te voy a hacer nada.”¡En fin!, lo de siempre. Supongo que pudo más la curiosidad que el miedo a la broma. Pudo más el extraño placer que sentimos, ya de adultos, de asomarnos a algo que sabemos que es malo o incluso fatal solo por el hecho de saber qué es. Por sentirnos, un poco masocas, fuera de la rutina o de lo doloroso del aburrimiento. Hay veces que ese dolor, al menos te hace sentirte vivo.
¡¡Blam!! Tras abrir la puerta enérgicamente se observa, estática, su figura. Con la cabeza ligeramente ladeada, brillo en los ojos desbordados de emoción, y un rictus de maldad inocente de esos que hacen gracia, empuña firmemente y en alto la escobilla del váter. Acto seguido, sin dejar de mirarme a los ojos, y con un movimiento lento la introduce dentro y la remueve. No sé porque seguí esperando de pie, a que la sacara. Puede que quisiera ver si salía embadurnada de marrón para calibrar con mediana exactitud el volumen de mi repugnancia posterior, acabada la carrera. La caza. Muchas veces atrás, muchos años atrás, y más recientemente de lo que me gustaría, comprendí, que una vez ves el peligro hay que echarse a correr. El quedarte inmóvil, paralizado por el miedo, la ansiedad o la indecisión, solo disminuye las probabilidades de que puedas escapar a la situación que te oprime, aflige o incapacita. ¡Hay que moverse! En esos casos hay que pedir ayuda, no agobiarse, creer en las posibilidades de uno mismo y afrontar la situación desde un punto de vista constructivo.

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“Miauuu. Miauuuu…” ¿Qué estará haciendo mi mamá en estos momentos? ¿Y mis hermanos? Ahora, ya adultos, después de tantos años se me presentan desdibujados. Solo matices triviales rellenan los huecos de las partes de su vida actual que desconozco. ¿Cuánto habrá de ellos mismos en las máscaras que tienen que llevar para poder vivir el día a día con la sociedad, con el mundo, con la familia, incluso con ellos mismos?
¿Acaso es la distancia? Cada uno en un lugar del mundo. ¿Es el tiempo, que con su transcurso implacable conforma la cadena de sucesos y experiencias que conforman tu vida? ¿Qué hace que nuestros corazones se separen? Que se hallen tan lejos estando en su momento tan unidos, tan imbricados de vida que apenas podías distinguir donde acababas tú y empezaba el otro. “Miauuuuu.”
En cualquiera de los casos todo era más sencillo, más intenso. “¡Ven un momento Sara!” Mi hermano mediano. Travieso. Incansable. Curioso. Indomable. Mentirosote. Déspota infantil. ¿Hiperactivo? “¡Ven que he encontrado algo muy raro en el baño!”
Yo la pequeña. Inocente. Tranquila. Con gusto por los juegos tranquilos. De fácil ensoñación. Introvertida. No me olía nada bien el asunto. Algo contenido, levemente cruel que se dejaba entrever a través de su prosodia, presagiaba una sorpresita para mí. “¡Ven, hombre, tonta! Que no te voy a hacer nada.”¡En fin!, lo de siempre. Supongo que pudo más la curiosidad que el miedo a la broma. Pudo más el extraño placer que sentimos, ya de adultos, de asomarnos a algo que sabemos que es malo o incluso fatal solo por el hecho de saber qué es. Por sentirnos, un poco masocas, fuera de la rutina o de lo doloroso del aburrimiento. Hay veces que ese dolor, al menos te hace sentirte vivo.
¡¡Blam!! Tras abrir la puerta enérgicamente se observa, estática, su figura. Con la cabeza ligeramente ladeada, brillo en los ojos desbordados de emoción, y un rictus de maldad inocente de esos que hacen gracia, empuña firmemente y en alto la escobilla del váter. Acto seguido, sin dejar de mirarme a los ojos, y con un movimiento lento la introduce dentro y la remueve. No sé porque seguí esperando de pie, a que la sacara. Puede que quisiera ver si salía embadurnada de marrón para calibrar con mediana exactitud el volumen de mi repugnancia posterior, acabada la carrera. La caza. Muchas veces atrás, muchos años atrás, y más recientemente de lo que me gustaría, comprendí, que una vez ves el peligro hay que echarse a correr. El quedarte inmóvil, paralizado por el miedo, la ansiedad o la indecisión, solo disminuye las probabilidades de que puedas escapar a la situación que te oprime, aflige o incapacita. ¡Hay que moverse! En esos casos hay que pedir ayuda, no agobiarse, creer en las posibilidades de uno mismo y afrontar la situación desde un punto de vista constructivo.

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