Consignar los hechos por escrito abrió una brecha en el pensamiento humano: permitió la posibilidad de contrastar la información registrada con los sucesos cotidianos, distinción que se hizo sumamente necesaria y útil con el surgimiento del Estado. Reyes y generales victoriosos quisieron dejar testimonio de sus vidas equiparando sus acciones heroicas con las de los dioses. No es extraño que hayan sido considerados como tales por sus vasallos; tampoco que cada cambio de dinastía significase reconstruir la “historia” registrada por los predecesores y destruir lo que hoy calificaríamos como testimonios del pasado. Cuando se divulgó la escritura, y especialmente desde la invención de la imprenta, se universalizó la posibilidad de que individuos y comunidades pudiesen escribir su historia. Pero, ¿es verdaderamente posible dar cuenta del pasado? Desde el principio los historiadores se encontraron frente a una tarea muy difícil. Y no nos referimos solo a la confiabilidad del documento o a la veracidad del texto del que se valen. Hijos de su tiempo, los historiadores están sujetos a las circunstancias de su formación y de la coyuntura social y política que les toca vivir. Un mismo documento puede ser interpretado de maneras diferentes por distintos estudiosos. Más aun, la propia relación de acontecimientos puede ser ordenada de otra manera y un mismo periodo dar lugar a versiones contrapuestas. Historiadores, literatos y psicoanalistas comparten un terreno común, el de la experiencia humana. Valiéndose de metodologías diferentes la abordan para dar cuenta de ella, para indagar por sus orígenes, para recrearla, para explorar sus distintas manifestaciones, para aventurar hipótesis sobre su probable evolución, etc. La meta explícita o implícita parece ser la misma: comprenderla. El riesgo que se cierne sobre estos especialistas parece ser también el mismo: el de la imposibilidad de establecer un límite preciso entre lo narrado y lo acontecido, entre la ficción y la realidad, entre la subjetividad y el mundo objetivo. Historia, memoria y ficción recoge las ponencias presentadas en el Simposio Internacional “La Novela en la Historia y la Historia en la Novela”, organizado por la Biblioteca Peruana de Psicoanálisis y el Seminario Interdisciplinario de Estudios Andinos que reunió, en octubre de 1995, a escritores, críticos literarios, historiadores, psicoanalistas y otros especialistas peruanos y extranjeros para intercambiar testimonios, marcos de referencia y aproximaciones metodológicas en relación a temas como realidad y ficción, objetividad y subjetividad, usos de la memoria, etc. Para su edición, los editores, Moisés Lemlij y Luis Millones dividieron los trabajos presentados en siete ejes temáticos que dan cuenta, cada uno de ellos, de los temas de interés fundamentales para los autores y de sus aportes para una visión interdisciplinaria del pasado. NOVELA E HISTORIA: Miguel Gutiérrez, Fernando de Trazegnies, Serafín Fanjul, Isabel Rodríguez Vergara, Peter Elmore, Percy Cayo Córdova, José Antonio Bravo. TEXTO Y ANÁLISIS: Luis Jochamowitz, Guillermo Nugent, Rocío Silva Santisteban, Manuel Pérez Ruiz, Margarita Giesecke, Alonso Cueto, Ana María Gazzolo, Mauricio Ostria. SOCIEDAD COLONIAL: María Rosiworowski, María Emma Mannarelli, Celia L. Cussen, Frank Graziano,, Margarita Suárez, Luis Miguel Glave. LITERATURA Y PSICOANALISIS: Marcos Aguinis, Edgardo Rivera Martínez, Carlos A. Crisanto, Eliana Rache, Noel Altamirano, Matilde Ureta de Caplansky. PERSPECTIVA PSICOANALITICA: Leopold Nosek, Marcio de F. Giovannetti, Francisco Otero, Augusto Escribens, Marcos Gheiler. RECONSTRUCCIÓN DEL PASADO: Hiroyasu Tomoeda y Luis Millones, Cecilia García Huidobro M., Malena Kuss, Alonso Zarzar, Marco Martos. PUNTOS DE CONTACTO: Guillermo Thorndike, Augusto Urteaga Castro Pozo. Alberto Péndola Febres, Lucía Aranda Kilian, Jorge Dajes, Javier Arévalo, Nelson Manrique.
Consignar los hechos por escrito abrió una brecha en el pensamiento humano: permitió la posibilidad de contrastar la información registrada con los sucesos cotidianos, distinción que se hizo sumamente necesaria y útil con el surgimiento del Estado. Reyes y generales victoriosos quisieron dejar testimonio de sus vidas equiparando sus acciones heroicas con las de los dioses. No es extraño que hayan sido considerados como tales por sus vasallos; tampoco que cada cambio de dinastía significase reconstruir la “historia” registrada por los predecesores y destruir lo que hoy calificaríamos como testimonios del pasado. Cuando se divulgó la escritura, y especialmente desde la invención de la imprenta, se universalizó la posibilidad de que individuos y comunidades pudiesen escribir su historia. Pero, ¿es verdaderamente posible dar cuenta del pasado? Desde el principio los historiadores se encontraron frente a una tarea muy difícil. Y no nos referimos solo a la confiabilidad del documento o a la veracidad del texto del que se valen. Hijos de su tiempo, los historiadores están sujetos a las circunstancias de su formación y de la coyuntura social y política que les toca vivir. Un mismo documento puede ser interpretado de maneras diferentes por distintos estudiosos. Más aun, la propia relación de acontecimientos puede ser ordenada de otra manera y un mismo periodo dar lugar a versiones contrapuestas. Historiadores, literatos y psicoanalistas comparten un terreno común, el de la experiencia humana. Valiéndose de metodologías diferentes la abordan para dar cuenta de ella, para indagar por sus orígenes, para recrearla, para explorar sus distintas manifestaciones, para aventurar hipótesis sobre su probable evolución, etc. La meta explícita o implícita parece ser la misma: comprenderla. El riesgo que se cierne sobre estos especialistas parece ser también el mismo: el de la imposibilidad de establecer un límite preciso entre lo narrado y lo acontecido, entre la ficción y la realidad, entre la subjetividad y el mundo objetivo. Historia, memoria y ficción recoge las ponencias presentadas en el Simposio Internacional “La Novela en la Historia y la Historia en la Novela”, organizado por la Biblioteca Peruana de Psicoanálisis y el Seminario Interdisciplinario de Estudios Andinos que reunió, en octubre de 1995, a escritores, críticos literarios, historiadores, psicoanalistas y otros especialistas peruanos y extranjeros para intercambiar testimonios, marcos de referencia y aproximaciones metodológicas en relación a temas como realidad y ficción, objetividad y subjetividad, usos de la memoria, etc. Para su edición, los editores, Moisés Lemlij y Luis Millones dividieron los trabajos presentados en siete ejes temáticos que dan cuenta, cada uno de ellos, de los temas de interés fundamentales para los autores y de sus aportes para una visión interdisciplinaria del pasado. NOVELA E HISTORIA: Miguel Gutiérrez, Fernando de Trazegnies, Serafín Fanjul, Isabel Rodríguez Vergara, Peter Elmore, Percy Cayo Córdova, José Antonio Bravo. TEXTO Y ANÁLISIS: Luis Jochamowitz, Guillermo Nugent, Rocío Silva Santisteban, Manuel Pérez Ruiz, Margarita Giesecke, Alonso Cueto, Ana María Gazzolo, Mauricio Ostria. SOCIEDAD COLONIAL: María Rosiworowski, María Emma Mannarelli, Celia L. Cussen, Frank Graziano,, Margarita Suárez, Luis Miguel Glave. LITERATURA Y PSICOANALISIS: Marcos Aguinis, Edgardo Rivera Martínez, Carlos A. Crisanto, Eliana Rache, Noel Altamirano, Matilde Ureta de Caplansky. PERSPECTIVA PSICOANALITICA: Leopold Nosek, Marcio de F. Giovannetti, Francisco Otero, Augusto Escribens, Marcos Gheiler. RECONSTRUCCIÓN DEL PASADO: Hiroyasu Tomoeda y Luis Millones, Cecilia García Huidobro M., Malena Kuss, Alonso Zarzar, Marco Martos. PUNTOS DE CONTACTO: Guillermo Thorndike, Augusto Urteaga Castro Pozo. Alberto Péndola Febres, Lucía Aranda Kilian, Jorge Dajes, Javier Arévalo, Nelson Manrique.