La Guerra Espiritual y el ‎Derecho Legal de los ‎demonios para Operar

Nonfiction, Religion & Spirituality, Christianity, Christian Life
Cover of the book La Guerra Espiritual y el ‎Derecho Legal de los ‎demonios para Operar by Pastor Pedro Montoya, Pastor Pedro Montoya
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Author: Pastor Pedro Montoya ISBN: 9780463077870
Publisher: Pastor Pedro Montoya Publication: July 6, 2018
Imprint: Smashwords Edition Language: Spanish
Author: Pastor Pedro Montoya
ISBN: 9780463077870
Publisher: Pastor Pedro Montoya
Publication: July 6, 2018
Imprint: Smashwords Edition
Language: Spanish

La guerra espiritual ha sido por mucho tiempo tenida como una alternativa, solo disponible para ‎quienes quieran incursionar en ella. Este concepto se debe en buena parte debido a que prevalece ‎en el ambiente cristiano la idea de que Jesús en la cruz venció a Satanás, y lo más que el hombre ‎debe hacer es “creer”, y se acabó.‎
Sin embargo, el apóstol Pablo, uno de los exponentes más representativo de la vida de fe en ‎Jesús, asegura que tenemos lucha contra principados, contra potestades, contra señores del ‎mundo, gobernadores de estas tinieblas, contra malicias espirituales en los aires, [1] y al hacerlo no ‎se refería solo a las “tentaciones” que inclinarían al creyente hacia la actividad pecaminosa.‎
Se refería por el contrario, a una actividad constante y continua de guerra espiritual. Este concepto ‎es parte de su evangelio y está presente casi en todos sus escritos.‎
Las epístolas dirigidas a las comunidades de fe de Macedonia experimentaron ampliamente su ‎enseñanza al respecto. A los Tesalonicenses les escribe: Porque ya está obrando el misterio de ‎iniquidad: solamente espera hasta que sea quitado de en medio el que ahora impide; Y entonces será ‎manifestado aquel inicuo, al cual el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el ‎resplandor de su venida; A aquel inicuo, cuyo advenimiento es según operación de Satanás, con ‎grande potencia, y señales, y milagros mentirosos. [2]‎
En su primera epístola a los Corintios descubre que la idolatría está sustentada por una actividad ‎demoniaca: Antes digo que lo que los Gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios: ‎y no querría que vosotros fueseis partícipes con los demonios.[3]‎
En su primera epístola a Timoteo le descubre a Timoteo que la actividad apostata está auspiciada ‎por los demonios: EMPERO el Espíritu dice manifiestamente, que en los venideros tiempos alguno ‎apostatarán de la fe escuchando a espíritus de error y a doctrinas de demonios.[4]‎
En su carta a los Tesalonicenses admite que Satanás lo embarazó y le impidió visitar nuevamente ‎la comunidad de Tesalónica.[5] En su primera carta a los Corintios admite lo que significó para él ‎su estadía en Éfeso: Si como hombre batallé en Éfeso contra las bestias.[6]‎
El escritor del libro de Hechos de los Apóstoles quien en un momento de su vida se convirtió en ‎parte del equipo apostólico de Pablo, registra sus guerras, y presenta en forma bien descriptiva ‎cómo se manifestaron visiblemente a través de las acciones humanas por impedir su labor ‎apostólica. No se trataba de una oposición racional, humana, era una guerra espiritual donde su ‎oponente era Satanás mismo y todo su Reino.‎

‎[1] Efesios 6:12‎
‎[2] 2da. Tesalonicenses 2:7-9‎
‎[3] 1ra. Corintios 10:20‎
‎[4] 1ra. Timoteo 4:1‎
‎[5] 2da. Tesalonicenses 2:18‎
‎[6] 1ra. Corintios 15:32‎

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La guerra espiritual ha sido por mucho tiempo tenida como una alternativa, solo disponible para ‎quienes quieran incursionar en ella. Este concepto se debe en buena parte debido a que prevalece ‎en el ambiente cristiano la idea de que Jesús en la cruz venció a Satanás, y lo más que el hombre ‎debe hacer es “creer”, y se acabó.‎
Sin embargo, el apóstol Pablo, uno de los exponentes más representativo de la vida de fe en ‎Jesús, asegura que tenemos lucha contra principados, contra potestades, contra señores del ‎mundo, gobernadores de estas tinieblas, contra malicias espirituales en los aires, [1] y al hacerlo no ‎se refería solo a las “tentaciones” que inclinarían al creyente hacia la actividad pecaminosa.‎
Se refería por el contrario, a una actividad constante y continua de guerra espiritual. Este concepto ‎es parte de su evangelio y está presente casi en todos sus escritos.‎
Las epístolas dirigidas a las comunidades de fe de Macedonia experimentaron ampliamente su ‎enseñanza al respecto. A los Tesalonicenses les escribe: Porque ya está obrando el misterio de ‎iniquidad: solamente espera hasta que sea quitado de en medio el que ahora impide; Y entonces será ‎manifestado aquel inicuo, al cual el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el ‎resplandor de su venida; A aquel inicuo, cuyo advenimiento es según operación de Satanás, con ‎grande potencia, y señales, y milagros mentirosos. [2]‎
En su primera epístola a los Corintios descubre que la idolatría está sustentada por una actividad ‎demoniaca: Antes digo que lo que los Gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios: ‎y no querría que vosotros fueseis partícipes con los demonios.[3]‎
En su primera epístola a Timoteo le descubre a Timoteo que la actividad apostata está auspiciada ‎por los demonios: EMPERO el Espíritu dice manifiestamente, que en los venideros tiempos alguno ‎apostatarán de la fe escuchando a espíritus de error y a doctrinas de demonios.[4]‎
En su carta a los Tesalonicenses admite que Satanás lo embarazó y le impidió visitar nuevamente ‎la comunidad de Tesalónica.[5] En su primera carta a los Corintios admite lo que significó para él ‎su estadía en Éfeso: Si como hombre batallé en Éfeso contra las bestias.[6]‎
El escritor del libro de Hechos de los Apóstoles quien en un momento de su vida se convirtió en ‎parte del equipo apostólico de Pablo, registra sus guerras, y presenta en forma bien descriptiva ‎cómo se manifestaron visiblemente a través de las acciones humanas por impedir su labor ‎apostólica. No se trataba de una oposición racional, humana, era una guerra espiritual donde su ‎oponente era Satanás mismo y todo su Reino.‎

‎[1] Efesios 6:12‎
‎[2] 2da. Tesalonicenses 2:7-9‎
‎[3] 1ra. Corintios 10:20‎
‎[4] 1ra. Timoteo 4:1‎
‎[5] 2da. Tesalonicenses 2:18‎
‎[6] 1ra. Corintios 15:32‎

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