Author: | Adolfo Sagastume | ISBN: | 9781476125299 |
Publisher: | Adolfo Sagastume | Publication: | June 20, 2012 |
Imprint: | Smashwords Edition | Language: | Spanish |
Author: | Adolfo Sagastume |
ISBN: | 9781476125299 |
Publisher: | Adolfo Sagastume |
Publication: | June 20, 2012 |
Imprint: | Smashwords Edition |
Language: | Spanish |
Los hombres, sabiendo de la desobediencia cometida por Eva y Adán a Dios, y cómo éste los condenó por esa poca resistencia que tuvieron ante la tentación de probar el fruto prohibido, han pensado erróneamente que sus actos están justificados, al no tener nada que ver con el pecado del primer hombre y la primera mujer, ni con la debilidad de éstos últimos, ni con la debilidad transmitida de los padres a los hijos y de los hijos a sus hijos, etc.
Y, en la medida en que creen que no tienen culpa de tener poca resistencia al mal, continúan dirigiendo su vida por ese sendero negativo.
Pero se equivocan, según San Agustín, pues tendrían ciertamente razón, si Dios Padre no hubiera prometido a un redentor para que limpiara esa mancha defectuosa. Además, siempre está pendiente del hombre para auxiliarlo y para que no se deje guiar por la tentación, por los deseos de venganza, por los deseos de experimentar, etc.
Se trata de reconocer las faltas cometidas, de aceptar que se carece de las virtudes y pedir la ayuda del señor para salir de ese hoyo de la perdición de las almas y en seguida te rescatará.
Algo como lo anterior explicaría la situación del demonio, que siendo ángel se convirtió en lo que es, el mal en su máxima expresión. La soberbia le dominó convirtiéndole en algo inferior a lo que era. Y, ahora, intenta arrastrar al hombre hacia él. La pena que Dios impuso al hombre por sus pecados, no es “mortal sino medicinal”. Se trata de pasar por un proceso para volver al camino del bien, para recuperar lo perdido. La abstención, es mejor que entregarse a los deseos de la carne, los manjares, la prepotencia, los deseos de venganza, que la pérdida de aquello que queremos en este mundo, pues es un pase para la vida eterna al lado del creador.
Los hombres, sabiendo de la desobediencia cometida por Eva y Adán a Dios, y cómo éste los condenó por esa poca resistencia que tuvieron ante la tentación de probar el fruto prohibido, han pensado erróneamente que sus actos están justificados, al no tener nada que ver con el pecado del primer hombre y la primera mujer, ni con la debilidad de éstos últimos, ni con la debilidad transmitida de los padres a los hijos y de los hijos a sus hijos, etc.
Y, en la medida en que creen que no tienen culpa de tener poca resistencia al mal, continúan dirigiendo su vida por ese sendero negativo.
Pero se equivocan, según San Agustín, pues tendrían ciertamente razón, si Dios Padre no hubiera prometido a un redentor para que limpiara esa mancha defectuosa. Además, siempre está pendiente del hombre para auxiliarlo y para que no se deje guiar por la tentación, por los deseos de venganza, por los deseos de experimentar, etc.
Se trata de reconocer las faltas cometidas, de aceptar que se carece de las virtudes y pedir la ayuda del señor para salir de ese hoyo de la perdición de las almas y en seguida te rescatará.
Algo como lo anterior explicaría la situación del demonio, que siendo ángel se convirtió en lo que es, el mal en su máxima expresión. La soberbia le dominó convirtiéndole en algo inferior a lo que era. Y, ahora, intenta arrastrar al hombre hacia él. La pena que Dios impuso al hombre por sus pecados, no es “mortal sino medicinal”. Se trata de pasar por un proceso para volver al camino del bien, para recuperar lo perdido. La abstención, es mejor que entregarse a los deseos de la carne, los manjares, la prepotencia, los deseos de venganza, que la pérdida de aquello que queremos en este mundo, pues es un pase para la vida eterna al lado del creador.