No hay guía turístico en este país más preparado que un aficionado errante del Murcia.
Desde 1996 hasta 2016, el Murcia ha jugado en el grupo murciano de Tercera, el grupo catalán de Segunda B, el grupo andaluz de Segunda B, el grupo gallego de Segunda B, Segunda y Primera División. El Murcia ha visto mucha España, excesiva, y eso ha traído consecuencias: hay aficionados del Murcia a los que ya no les queda España por ver, hay aficionados del Murcia que ya han marcado todas las casillas.
La autobiografía de uno de los futbolistas españoles emblemáticos.
EXTRACTO
En un recreo del instituto me dijo Roberto, integralmente madridista, que el Murcia era para él «un club así tipo Levante», y en su mueca dibujó todo el desprecio de este mundo. En la pastelería Burgueño de Medina del Campo, la dependienta me confesó que, para ella, nosotros éramos «un equipo de esos que no importa mucho». Y en la sidrería Mi Capricho de Gijón, antes de un Sporting-Murcia, los camareros charlaron conmigo sobre el partido, me ofrecieron sus chupitos de gala y se despidieron emocionados con un «aúpa Numancia». Probablemente la imagen que se tiene del Murcia en las nebulosas exteriores no sea muy diferente de esa composición: un club así tipo Levante, que no importa mucho y que, en un momento dado, puede llegar a ser confundido con el Numancia. Y sí, sí, en efecto: el trozo de España que menos importa fue a tener el equipo que le correspondía, es decir, un equipo poco importante, si bien para algunos humanos es el equipo que más importa, y, realmente, el equipo que lo importa todo.
SOBRE EL AUTOR
Luis María Valero (Murcia, 1984). Su padre lo llevó al fútbol y su madre lo rodeó de libros: ambas cosas trajeron consecuencias. En un mundo ideal se levanta por la mañana, es el mediocentro del Real Murcia y decide la final de la Copa de Europa ante el Milán con un gol de cabeza a la salida de un córner, en el que le hacen una brecha enorme. Celebra ese gol poniendo cara de loco mientras saborea su propia sangre. En el mundo real siempre le dio bastante miedo ir de cabeza y se marea con la sangre. Le gustan los bares de viejos, la poesía antisentimental y amasar. Se permite a sí mismo sentir el misterio.
No hay guía turístico en este país más preparado que un aficionado errante del Murcia.
Desde 1996 hasta 2016, el Murcia ha jugado en el grupo murciano de Tercera, el grupo catalán de Segunda B, el grupo andaluz de Segunda B, el grupo gallego de Segunda B, Segunda y Primera División. El Murcia ha visto mucha España, excesiva, y eso ha traído consecuencias: hay aficionados del Murcia a los que ya no les queda España por ver, hay aficionados del Murcia que ya han marcado todas las casillas.
La autobiografía de uno de los futbolistas españoles emblemáticos.
EXTRACTO
En un recreo del instituto me dijo Roberto, integralmente madridista, que el Murcia era para él «un club así tipo Levante», y en su mueca dibujó todo el desprecio de este mundo. En la pastelería Burgueño de Medina del Campo, la dependienta me confesó que, para ella, nosotros éramos «un equipo de esos que no importa mucho». Y en la sidrería Mi Capricho de Gijón, antes de un Sporting-Murcia, los camareros charlaron conmigo sobre el partido, me ofrecieron sus chupitos de gala y se despidieron emocionados con un «aúpa Numancia». Probablemente la imagen que se tiene del Murcia en las nebulosas exteriores no sea muy diferente de esa composición: un club así tipo Levante, que no importa mucho y que, en un momento dado, puede llegar a ser confundido con el Numancia. Y sí, sí, en efecto: el trozo de España que menos importa fue a tener el equipo que le correspondía, es decir, un equipo poco importante, si bien para algunos humanos es el equipo que más importa, y, realmente, el equipo que lo importa todo.
SOBRE EL AUTOR
Luis María Valero (Murcia, 1984). Su padre lo llevó al fútbol y su madre lo rodeó de libros: ambas cosas trajeron consecuencias. En un mundo ideal se levanta por la mañana, es el mediocentro del Real Murcia y decide la final de la Copa de Europa ante el Milán con un gol de cabeza a la salida de un córner, en el que le hacen una brecha enorme. Celebra ese gol poniendo cara de loco mientras saborea su propia sangre. En el mundo real siempre le dio bastante miedo ir de cabeza y se marea con la sangre. Le gustan los bares de viejos, la poesía antisentimental y amasar. Se permite a sí mismo sentir el misterio.