Author: | Arturo Zavala Zavala | ISBN: | 6526070914959 |
Publisher: | Editorial Porrúa México | Publication: | November 29, 2013 |
Imprint: | Language: | Spanish |
Author: | Arturo Zavala Zavala |
ISBN: | 6526070914959 |
Publisher: | Editorial Porrúa México |
Publication: | November 29, 2013 |
Imprint: | |
Language: | Spanish |
La presente obra sobre San Agustín tiene varios núcleos de interés para el lector contemporáneo, relacionados, primero, con la similitud de circunstancias que inscriben obra y personaje, caracterizadas por crisis sociales globales que plantean problemas similares. Mientras la obra surge en una nueva fase de agotamiento de la sociedad moderna semejante a la que vivió en las fronteras de las guerras mundiales del siglo XX, la época de Agustín está enmarcada en el derrumbamiento del Imperio Romano de la que surgió el feudalismo, que transcurre durante el siglo VI, debido a sus contradicciones internas y el acoso de los pueblos “bárbaros” y que devino en una enorme crisis cultural y de confianza parecida a la del siglo XXI, la cual acomete Agustín realizando un ajuste a la “cosmovisión” teológica, depurando al cristianismo de influencias paganas revitalizadas por el contexto y de inconsistencias contenidas sobre todo en el Antiguo Testamento. Son conclusiones que la obra construye otorgando a la Biblia calidad de fuente documental y no solo metafórica como el propio Agustín sugiere, desde donde el relato histórico contenido en las escrituras sagradas cristianas se convierte en una fuente documental invaluable para comprender el devenir humano, metodología que debe ser otra novedad de la presente obra.
Es una perspectiva en la que también se discuten cuestiones éticas como el bien y el mal, la felicidad, el placer, la obediencia y, más cerca aun de la Ciudad Terrenal, temas como el de la familia y su evolución, tomando como base a la familia sagrada; el aborto, la homosexualidad, la violación, etc., que Agustín aborda directa o tangencialmente haciendo acopio de los conocimientos de su tiempo y no desde una óptica dogmática simplista que la presente obra valora sin trasladar parámetros de una época a otra, pero, destacando injusticias de sucesores de Agustín que, seguramente a sabiendas, soslayaron conceptos descubiertos por él como el de “líbido”. Pese a sus intentos, ni Descartes ni Hawking son suficientemente justicieros. El estudio de la “cosmovisión” agustiniana permite a la obra localizar, en las coordenadas de la tambaleante modernidad, problemas centrales del canon cristiano como el origen del mundo, sus causas, su historia, su progreso, etc., ligados a temas que pasaron de la filosofía a la ciencia moderna como el tiempo, el espacio, el movimiento, el “orden” universal, etc., que se proyectan desde Agustín al pensamiento abstracto kantiano y cobran realidad física en la Teoría de la Relatividad, la física y la cosmografía modernas. La obra acopla además épocas decisivas de la historia humana, con esa suerte de “agujero de gusano” que resulta el pensamiento de Agustín. No se trata propiamente de otro viaje por El Mundo de Sofía (1991) como el del noruego Jostein Gaarder, sino de un debate filosófico, cultural y religioso actualizado por la crisis global, que la posición comprometida con su tiempo de una personalidad de acción, no contemplativa y por tanto moderna como la de Agustín, hace posible.
La presente obra sobre San Agustín tiene varios núcleos de interés para el lector contemporáneo, relacionados, primero, con la similitud de circunstancias que inscriben obra y personaje, caracterizadas por crisis sociales globales que plantean problemas similares. Mientras la obra surge en una nueva fase de agotamiento de la sociedad moderna semejante a la que vivió en las fronteras de las guerras mundiales del siglo XX, la época de Agustín está enmarcada en el derrumbamiento del Imperio Romano de la que surgió el feudalismo, que transcurre durante el siglo VI, debido a sus contradicciones internas y el acoso de los pueblos “bárbaros” y que devino en una enorme crisis cultural y de confianza parecida a la del siglo XXI, la cual acomete Agustín realizando un ajuste a la “cosmovisión” teológica, depurando al cristianismo de influencias paganas revitalizadas por el contexto y de inconsistencias contenidas sobre todo en el Antiguo Testamento. Son conclusiones que la obra construye otorgando a la Biblia calidad de fuente documental y no solo metafórica como el propio Agustín sugiere, desde donde el relato histórico contenido en las escrituras sagradas cristianas se convierte en una fuente documental invaluable para comprender el devenir humano, metodología que debe ser otra novedad de la presente obra.
Es una perspectiva en la que también se discuten cuestiones éticas como el bien y el mal, la felicidad, el placer, la obediencia y, más cerca aun de la Ciudad Terrenal, temas como el de la familia y su evolución, tomando como base a la familia sagrada; el aborto, la homosexualidad, la violación, etc., que Agustín aborda directa o tangencialmente haciendo acopio de los conocimientos de su tiempo y no desde una óptica dogmática simplista que la presente obra valora sin trasladar parámetros de una época a otra, pero, destacando injusticias de sucesores de Agustín que, seguramente a sabiendas, soslayaron conceptos descubiertos por él como el de “líbido”. Pese a sus intentos, ni Descartes ni Hawking son suficientemente justicieros. El estudio de la “cosmovisión” agustiniana permite a la obra localizar, en las coordenadas de la tambaleante modernidad, problemas centrales del canon cristiano como el origen del mundo, sus causas, su historia, su progreso, etc., ligados a temas que pasaron de la filosofía a la ciencia moderna como el tiempo, el espacio, el movimiento, el “orden” universal, etc., que se proyectan desde Agustín al pensamiento abstracto kantiano y cobran realidad física en la Teoría de la Relatividad, la física y la cosmografía modernas. La obra acopla además épocas decisivas de la historia humana, con esa suerte de “agujero de gusano” que resulta el pensamiento de Agustín. No se trata propiamente de otro viaje por El Mundo de Sofía (1991) como el del noruego Jostein Gaarder, sino de un debate filosófico, cultural y religioso actualizado por la crisis global, que la posición comprometida con su tiempo de una personalidad de acción, no contemplativa y por tanto moderna como la de Agustín, hace posible.