Jesús no es patrimonio de ningún grupo ni iglesia: es legítimo y necesario socializar su historia desde aquellos presupuestos y bases que son compartidas por cualquier persona que se interese por él independientemente de su posición religiosa. Este estudio histórico de Jesús tal como se lleva haciendo desde hace dos siglos plantea interrogantes a la tradición cultural de Occidente a las formulaciones dogmáticas y a la coherencia vital de quienes se confiesan seguidores de Jesús. Su persona su vida y su mensaje son inagotables; en realidad es imposible presentar lo «que se sabe de Jesús de Nazaret» pero sólo con evocarlo ya resulta fascinante.
Jesús no es patrimonio de ningún grupo ni iglesia: es legítimo y necesario socializar su historia desde aquellos presupuestos y bases que son compartidas por cualquier persona que se interese por él independientemente de su posición religiosa. Este estudio histórico de Jesús tal como se lleva haciendo desde hace dos siglos plantea interrogantes a la tradición cultural de Occidente a las formulaciones dogmáticas y a la coherencia vital de quienes se confiesan seguidores de Jesús. Su persona su vida y su mensaje son inagotables; en realidad es imposible presentar lo «que se sabe de Jesús de Nazaret» pero sólo con evocarlo ya resulta fascinante.