Papeles Del Doctor Angélico

Nonfiction, Religion & Spirituality, New Age, History, Fiction & Literature
Cover of the book Papeles Del Doctor Angélico by Armando Palacio Valdés, Library of Alexandria
View on Amazon View on AbeBooks View on Kobo View on B.Depository View on eBay View on Walmart
Author: Armando Palacio Valdés ISBN: 9781465569172
Publisher: Library of Alexandria Publication: March 8, 2015
Imprint: Language: Spanish
Author: Armando Palacio Valdés
ISBN: 9781465569172
Publisher: Library of Alexandria
Publication: March 8, 2015
Imprint:
Language: Spanish
qué le llamábamos doctor Angélico? Porque era ya doctor en Ciencias cuando nosotros cursábamos aún el año preparatorio de Jurisprudencia, y porque se llamaba Angel, Angel Jiménez. Una bromita de chicos que él no tomaba a mala parte porque era la bondad personificada. La primera impresión que Jiménez producía era de desvío, casi de miedo. Unas barbas aborrascadas, unos cabellos crespos, un color cetrino, unos ojos negros ligeramente hundidos, de mirar insistente y duro; no exageraría diciendo agresivo. Pocos hombres serían capaces de resistir aquella mirada. Pero en los años que nosotros contábamos todavía no se tiene miedo a los hombres, y nuestra fuerza de afinidad no ha sufrido menoscabo. Además, Jiménez era doctor, nos llevaba cinco o seis años de edad, y en aquel período de la vida tales diferencias constituyen una superioridad a la cual rendíamos tributo, perdonando sus palabras sarcásticas y sus modales bruscos. El primero que se convenció de que aquel hombre no era un ser atrabiliario fuí yo. Paseábamos una mañana emparejados por los corredores de la Universidad esperando la hora de clase, pues Jiménez, que aspiraba a hacerse doctor también en Filosofía y Letras, cursaba aquel año las mismas asignaturas que nosotros. Le narré, por incidencia, cierto rasgo de abnegación llevado a cabo por un individuo de mi familia, y al pasar por delante de una ventana, como la luz le diese de lleno en el rostro, observé que sus ojos estaban rasados de lágrimas, aunque sin perder su habitual dureza. Aquella señal de sensibilidad me lo hizo simpático, y me ligué a él con franca amistad. Detrás de mí fueron todos. A los pocos días el doctor Angélico fué estimado como merecía y alcanzó cariñosa popularidad, no sólo entre nosotros, sino entre todos los alumnos de la Facultad de Derecho. Seguro estoy de que no vive alguno de mi época que no le recuerde
View on Amazon View on AbeBooks View on Kobo View on B.Depository View on eBay View on Walmart
qué le llamábamos doctor Angélico? Porque era ya doctor en Ciencias cuando nosotros cursábamos aún el año preparatorio de Jurisprudencia, y porque se llamaba Angel, Angel Jiménez. Una bromita de chicos que él no tomaba a mala parte porque era la bondad personificada. La primera impresión que Jiménez producía era de desvío, casi de miedo. Unas barbas aborrascadas, unos cabellos crespos, un color cetrino, unos ojos negros ligeramente hundidos, de mirar insistente y duro; no exageraría diciendo agresivo. Pocos hombres serían capaces de resistir aquella mirada. Pero en los años que nosotros contábamos todavía no se tiene miedo a los hombres, y nuestra fuerza de afinidad no ha sufrido menoscabo. Además, Jiménez era doctor, nos llevaba cinco o seis años de edad, y en aquel período de la vida tales diferencias constituyen una superioridad a la cual rendíamos tributo, perdonando sus palabras sarcásticas y sus modales bruscos. El primero que se convenció de que aquel hombre no era un ser atrabiliario fuí yo. Paseábamos una mañana emparejados por los corredores de la Universidad esperando la hora de clase, pues Jiménez, que aspiraba a hacerse doctor también en Filosofía y Letras, cursaba aquel año las mismas asignaturas que nosotros. Le narré, por incidencia, cierto rasgo de abnegación llevado a cabo por un individuo de mi familia, y al pasar por delante de una ventana, como la luz le diese de lleno en el rostro, observé que sus ojos estaban rasados de lágrimas, aunque sin perder su habitual dureza. Aquella señal de sensibilidad me lo hizo simpático, y me ligué a él con franca amistad. Detrás de mí fueron todos. A los pocos días el doctor Angélico fué estimado como merecía y alcanzó cariñosa popularidad, no sólo entre nosotros, sino entre todos los alumnos de la Facultad de Derecho. Seguro estoy de que no vive alguno de mi época que no le recuerde

More books from Library of Alexandria

Cover of the book The Sufi Message of Hazrat Murshid Inayat Khan: The Way of Illumination by Armando Palacio Valdés
Cover of the book India in Primitive Christianity by Armando Palacio Valdés
Cover of the book The Business of Life by Armando Palacio Valdés
Cover of the book Hawaii's Story by Hawaii's Queen by Armando Palacio Valdés
Cover of the book The Stoneground Ghost Tales: Compiled from the Recollections of the Reverend Roland Batchel, the Vicar of the Parish by Armando Palacio Valdés
Cover of the book St. Augustin: Exposition on the Book of Psalms by Armando Palacio Valdés
Cover of the book William Shakespeare by Armando Palacio Valdés
Cover of the book Old Portraits by Armando Palacio Valdés
Cover of the book Sanitary Statistics of Native Colonial Schools and Hospitals by Armando Palacio Valdés
Cover of the book Speech of Samuel Joseph May by Armando Palacio Valdés
Cover of the book The Book of the Lover and the Beloved by Armando Palacio Valdés
Cover of the book The Island Queen by Armando Palacio Valdés
Cover of the book Equatorial America: Descriptive of a Visit to St. Thomas, Martinique, Barbadoes and the Principal Capitals of South America by Armando Palacio Valdés
Cover of the book Richard Vandermarck by Armando Palacio Valdés
Cover of the book The Republic of the Future: Socialism a Reality by Armando Palacio Valdés
We use our own "cookies" and third party cookies to improve services and to see statistical information. By using this website, you agree to our Privacy Policy