Author: | Kathleen Hope | ISBN: | 9781547561292 |
Publisher: | Michael van der Voort | Publication: | December 5, 2018 |
Imprint: | Language: | Spanish |
Author: | Kathleen Hope |
ISBN: | 9781547561292 |
Publisher: | Michael van der Voort |
Publication: | December 5, 2018 |
Imprint: | |
Language: | Spanish |
—Mi turno—dijo ella y dejó que sus manos se deslizaran por su abdomen hasta la bragueta de sus jeans. Sus dedos aún temblaban y él podía ver que estaba desacelerando su progreso, haciendo que los labios rosas se torcieran en frustración. Si estaba nerviosa o llena de anticipación, él no lo sabía, pero él terminó el trabajo, desechando los vaqueros a toda prisa. Cuando su pene se liberó, tomó cada gramo de restricción que poseía para no arrancar la pequeña tela de su cuerpo y enterrarse hasta la empuñadura con un solo empuje. En vez de eso, apretó los dientes y deslizó su tanga tan cuidadosamente como pudo, lo que resultó ser lo suficientemente moderado como para que solo pudiera rasgar un lado de la prenda de vestir. Estaba desnuda, completamente desnuda, y su suave coño brillaba entre sus muslos apenas separados. Estaba mojada y lista para él, y cuando su mano se apretó alrededor de su duro pene, no estaba seguro de poder resistir otro segundo.
—Solo déjame tocarte—susurró con voz ronca mientras agarraba su muñeca para detener su mano.
Ella lo miró, la confusión y la curiosidad llenaron su acalorada mirada.
—Te quiero tanto, Carolina, no voy a durar treinta segundos si no tengo cuidado—explicó y ella dejó caer su mano a su lado.
Sus manos se movieron por su propia voluntad, por sus pechos y la otra deslizándose entre los sedosos y resbaladizos pliegues de su hendidura. Sus caderas se movieron hacia él cuando encontró su clítoris hinchado, frotándole lentamente al principio. Pero ella era tan receptiva, sus caderas se retorcían contra él y sus gemidos se hacían más fuertes rápidamente.
Él apoyó su espalda contra el auto detrás de ella y cuando retiró su mano, pudo ver su humedad brillando en sus muslos. Su boca se hizo agua con anticipación, pero sabía que estaba fuera de tiempo. Quería tocar y probar cada centímetro de su cuerpo, pero estaba bastante seguro de que toda la sangre en sus venas había drenado a su pene y le palpitaba dolorosamente. Necesitaba alivio. Necesitaba sentir su coño caliente envolviendo su pene. Y lo necesitaba ahora.
Él la levantó en el capó del coche y la posicionó, poniendo su coño a la altura perfecta. Él se colocó entre sus muslos separados y la punta de él presionó contra ella. Aún así, se obligó a....
—Mi turno—dijo ella y dejó que sus manos se deslizaran por su abdomen hasta la bragueta de sus jeans. Sus dedos aún temblaban y él podía ver que estaba desacelerando su progreso, haciendo que los labios rosas se torcieran en frustración. Si estaba nerviosa o llena de anticipación, él no lo sabía, pero él terminó el trabajo, desechando los vaqueros a toda prisa. Cuando su pene se liberó, tomó cada gramo de restricción que poseía para no arrancar la pequeña tela de su cuerpo y enterrarse hasta la empuñadura con un solo empuje. En vez de eso, apretó los dientes y deslizó su tanga tan cuidadosamente como pudo, lo que resultó ser lo suficientemente moderado como para que solo pudiera rasgar un lado de la prenda de vestir. Estaba desnuda, completamente desnuda, y su suave coño brillaba entre sus muslos apenas separados. Estaba mojada y lista para él, y cuando su mano se apretó alrededor de su duro pene, no estaba seguro de poder resistir otro segundo.
—Solo déjame tocarte—susurró con voz ronca mientras agarraba su muñeca para detener su mano.
Ella lo miró, la confusión y la curiosidad llenaron su acalorada mirada.
—Te quiero tanto, Carolina, no voy a durar treinta segundos si no tengo cuidado—explicó y ella dejó caer su mano a su lado.
Sus manos se movieron por su propia voluntad, por sus pechos y la otra deslizándose entre los sedosos y resbaladizos pliegues de su hendidura. Sus caderas se movieron hacia él cuando encontró su clítoris hinchado, frotándole lentamente al principio. Pero ella era tan receptiva, sus caderas se retorcían contra él y sus gemidos se hacían más fuertes rápidamente.
Él apoyó su espalda contra el auto detrás de ella y cuando retiró su mano, pudo ver su humedad brillando en sus muslos. Su boca se hizo agua con anticipación, pero sabía que estaba fuera de tiempo. Quería tocar y probar cada centímetro de su cuerpo, pero estaba bastante seguro de que toda la sangre en sus venas había drenado a su pene y le palpitaba dolorosamente. Necesitaba alivio. Necesitaba sentir su coño caliente envolviendo su pene. Y lo necesitaba ahora.
Él la levantó en el capó del coche y la posicionó, poniendo su coño a la altura perfecta. Él se colocó entre sus muslos separados y la punta de él presionó contra ella. Aún así, se obligó a....