Author: | Santa Teresa de Jesús | ISBN: | 6561000000288 |
Publisher: | eBookClasic | Publication: | October 31, 2017 |
Imprint: | eBookClasic | Language: | Spanish |
Author: | Santa Teresa de Jesús |
ISBN: | 6561000000288 |
Publisher: | eBookClasic |
Publication: | October 31, 2017 |
Imprint: | eBookClasic |
Language: | Spanish |
Las moradas, llamado también El castillo interior es una obra de Teresa de Ávila, monja carmelita descalza, escrita en 1577 como guía para el desarrollo espiritual a través del servicio y la oración. Inspirada en su visión del alma como un diamante con forma de castillo, dividido en siete mansiones, la obra se concibe como el progreso de la fe en siete etapas, que concluye con la unión con Dios.
Empezó a escribir la obra el 2 de junio de 1577, completándola el 29 de noviembre del mismo año. En agosto de 1586, fue elegido como editor de la obra el monje agustino Fray Luis de Leon, tras lo que, finalmente, en 1588 el libro fue publicado en Salamanca.
El castillo interior está dividido en siete mansiones o moradas, cada una de las cuales describe un escalón en el acercamiento a Dios. Las primeras tres mansiones se consideran accesibles por la oración activa. Las cuatro últimas, propias para la oración contemplativa. Como ejemplo para distinguir ambos tipos de oración, Teresa pone el ejemplo de dos fuentes: una recibe el agua de muy lejos, traída trabajosamente por diversos conductos; ésta sería la oración activa. La otra está sobre el mismo nacimiento de un manantial, y recibe el agua de su mismo origen; sería la oración contemplativa.
Moradas primeras (Dos capítulos). Se accede a su puerta por medio de la oración. Sólo las almas en estado de gracia pueden acceder a ella, por lo que primero deben liberarse de sus pecados. El demonio acecha en el exterior del castillo, con sus instrumentos, los pecados, representados por «fieras y bestias».
Moradas segundas (Un capítulo). Teresa las considera de menos peligro que las anteriores, pero de más trabajo, porque las almas, aunque puedan caer en pecado, están más cerca del Señor, y pueden oír mejor su llamada.
Moradas terceras (Dos capítulos). Las almas, van ganando confianza, y si no retroceden, ven que van por el buen camino. Con toda humildad, confiadas en la misericordia divina, apartadas del mundo, ponen gran cuidado en evitar todo pecado, no solo mortal, sino también venial.
Moradas cuartas (Tres capítulos). Aquí se hace referencia a la Oración de quietud, para la que es necesario, más que pensar mucho, amar mucho. Dios aumenta su papel en el alma, que nota una gran paz interior y felicidad.
Moradas quintas (Cuatro capítulos). Describe la unión incipiente del alma con su Creador. El alma, rendida de amor, no quiere tener voluntad propia, sino la voluntad de Dios.
Moradas sextas (Once capítulos). La unión se profundiza, con mayores efectos que en la morada anterior. El alma queda herida del amor del Esposo, y pasa mucho tiempo entre trabajos interiores y exteriores muy duros antes de alcanzar la séptima morada, ante los que nada puede hacer, sino esperar la misericordia de Dios, al que siente próximo.
Moradas séptimas (Cuatro capítulos). El alma recibe por fin la luz interior en su matrimonio espiritual con Dios. Ahora, se olvida de sí, y Cristo vive en ella.
Las moradas, llamado también El castillo interior es una obra de Teresa de Ávila, monja carmelita descalza, escrita en 1577 como guía para el desarrollo espiritual a través del servicio y la oración. Inspirada en su visión del alma como un diamante con forma de castillo, dividido en siete mansiones, la obra se concibe como el progreso de la fe en siete etapas, que concluye con la unión con Dios.
Empezó a escribir la obra el 2 de junio de 1577, completándola el 29 de noviembre del mismo año. En agosto de 1586, fue elegido como editor de la obra el monje agustino Fray Luis de Leon, tras lo que, finalmente, en 1588 el libro fue publicado en Salamanca.
El castillo interior está dividido en siete mansiones o moradas, cada una de las cuales describe un escalón en el acercamiento a Dios. Las primeras tres mansiones se consideran accesibles por la oración activa. Las cuatro últimas, propias para la oración contemplativa. Como ejemplo para distinguir ambos tipos de oración, Teresa pone el ejemplo de dos fuentes: una recibe el agua de muy lejos, traída trabajosamente por diversos conductos; ésta sería la oración activa. La otra está sobre el mismo nacimiento de un manantial, y recibe el agua de su mismo origen; sería la oración contemplativa.
Moradas primeras (Dos capítulos). Se accede a su puerta por medio de la oración. Sólo las almas en estado de gracia pueden acceder a ella, por lo que primero deben liberarse de sus pecados. El demonio acecha en el exterior del castillo, con sus instrumentos, los pecados, representados por «fieras y bestias».
Moradas segundas (Un capítulo). Teresa las considera de menos peligro que las anteriores, pero de más trabajo, porque las almas, aunque puedan caer en pecado, están más cerca del Señor, y pueden oír mejor su llamada.
Moradas terceras (Dos capítulos). Las almas, van ganando confianza, y si no retroceden, ven que van por el buen camino. Con toda humildad, confiadas en la misericordia divina, apartadas del mundo, ponen gran cuidado en evitar todo pecado, no solo mortal, sino también venial.
Moradas cuartas (Tres capítulos). Aquí se hace referencia a la Oración de quietud, para la que es necesario, más que pensar mucho, amar mucho. Dios aumenta su papel en el alma, que nota una gran paz interior y felicidad.
Moradas quintas (Cuatro capítulos). Describe la unión incipiente del alma con su Creador. El alma, rendida de amor, no quiere tener voluntad propia, sino la voluntad de Dios.
Moradas sextas (Once capítulos). La unión se profundiza, con mayores efectos que en la morada anterior. El alma queda herida del amor del Esposo, y pasa mucho tiempo entre trabajos interiores y exteriores muy duros antes de alcanzar la séptima morada, ante los que nada puede hacer, sino esperar la misericordia de Dios, al que siente próximo.
Moradas séptimas (Cuatro capítulos). El alma recibe por fin la luz interior en su matrimonio espiritual con Dios. Ahora, se olvida de sí, y Cristo vive en ella.