Author: | Victor García | ISBN: | 1230000274761 |
Publisher: | ChristieBooks | Publication: | October 17, 2014 |
Imprint: | ChristieBooks | Language: | Spanish |
Author: | Victor García |
ISBN: | 1230000274761 |
Publisher: | ChristieBooks |
Publication: | October 17, 2014 |
Imprint: | ChristieBooks |
Language: | Spanish |
Entre las fechas del 29 al 30 de junio de 1962 estallaron en Barcelona tres bombas: una en las proximidades de un local de la Falange Española, otra en el Colegio Mayor Monterols, se sospechaba en esos años que pertenecía al Opus Dei, la tercera en el Instituto Nacional de Previsión. Ninguna produjo víctimas y los daños materiales fueron mínimos.
El 19 de septiembre de 1962 fueron detenidos tres jóvenes libertarios acusados de ser los autores de dichos atentados: Jorge Conill Valls, estudiante de química en la Universidad de la Ciudad Condal; Marcelino Jiménez Cubas y Antonio Mur Peirón, ambos obreros. El día 22 de septiembre estos tres jóvenes fueron juzgados por un Consejo de Guerra.
El “Gruppo Giovanile Libertario” de Milán, para intentar salvar la vida de los tres militantes españoles secuestró al vice cónsul de España en Milán.
El tema de este folleto trata del juicio celebrado en Varese, Italia en 1962, contra militantes de este grupo juvenil libertario de Milán y varios más simpatizantes que se incorporaron a la acción del secuestro. Tal juicio concluyó con una rotunda protesta contra el régimen franquista.
Las llamadas democracias ignoraron dicha protesta y continuaron apoyando la política que se estaba desarrollando en la España fascista del palmoteo, los toros, la taberna y la iglesia.
¿Por qué no?, después de todo, esa era la España que les facilitaba una zona turística bien barata, mano de obra barata y para completar el juego, todas las bases militares que quisieran.
Mientras tanto, para salvarse de una inminente quiebra económica en aquellos años, el franquismo sólo vio una salvación posible: el ingreso en el Mercado Común Europeo.
Por eso volcó todos sus esfuerzos diplomáticos, influyentes y propagandísticos para la obtención de ese objetivo, convirtiéndose el franquismo en un nuevo Frégoli, en un febril empeño de transmutaciones que deberían convencer a los países demócratas que integran el M.E.C., de la raigambre “democrática” del régimen imperante en España.
De ahí la limitación de la censura en la prensa, la elección de los delegados sindicales mediante asamblea en los comicios verticalitas, el barajeo en la escena política española de un insólito vice-presidente del Consejo y la anticipación de la regencia y la coronación del Borbón.
De ahí, también, y en primer grado, la machacona cantinela de que "En España no hay presos políticos", que algún iluso y numerosos agentes a sueldo trataron de afincar en el exterior.
El mentís más rotundo al slogan: “En España no hay presos políticos” se pronuncio en la pequeña localidad de Varese con motivo del proceso realizado contra los jóvenes estudiantes libertarios que secuestraron al vicecónsul franquista de Milán.
En el juicio de Varese, a medida que iban desfilando los testigos y los imputados, un condenado ausente iba perfilándose con mayor intensidad: Francisco Franco, Caudillo de España por la Gracia de Dios.
Por ello, el corresponsal de “La Stampa”, de Turín, Gigi Ghirotti, en el número correspondiente al 16 de noviembre escribió: “. . .se había levantado, detrás del banco de los acusados la sombra de una dictadura que a los jóvenes de todas las creencias políticas les reserva juicios que no escuchan defensores, sentencias que no admiten apelación, tribunales que no tienen la gallardía de anunciar su veredicto a los condenados...”
Entre las fechas del 29 al 30 de junio de 1962 estallaron en Barcelona tres bombas: una en las proximidades de un local de la Falange Española, otra en el Colegio Mayor Monterols, se sospechaba en esos años que pertenecía al Opus Dei, la tercera en el Instituto Nacional de Previsión. Ninguna produjo víctimas y los daños materiales fueron mínimos.
El 19 de septiembre de 1962 fueron detenidos tres jóvenes libertarios acusados de ser los autores de dichos atentados: Jorge Conill Valls, estudiante de química en la Universidad de la Ciudad Condal; Marcelino Jiménez Cubas y Antonio Mur Peirón, ambos obreros. El día 22 de septiembre estos tres jóvenes fueron juzgados por un Consejo de Guerra.
El “Gruppo Giovanile Libertario” de Milán, para intentar salvar la vida de los tres militantes españoles secuestró al vice cónsul de España en Milán.
El tema de este folleto trata del juicio celebrado en Varese, Italia en 1962, contra militantes de este grupo juvenil libertario de Milán y varios más simpatizantes que se incorporaron a la acción del secuestro. Tal juicio concluyó con una rotunda protesta contra el régimen franquista.
Las llamadas democracias ignoraron dicha protesta y continuaron apoyando la política que se estaba desarrollando en la España fascista del palmoteo, los toros, la taberna y la iglesia.
¿Por qué no?, después de todo, esa era la España que les facilitaba una zona turística bien barata, mano de obra barata y para completar el juego, todas las bases militares que quisieran.
Mientras tanto, para salvarse de una inminente quiebra económica en aquellos años, el franquismo sólo vio una salvación posible: el ingreso en el Mercado Común Europeo.
Por eso volcó todos sus esfuerzos diplomáticos, influyentes y propagandísticos para la obtención de ese objetivo, convirtiéndose el franquismo en un nuevo Frégoli, en un febril empeño de transmutaciones que deberían convencer a los países demócratas que integran el M.E.C., de la raigambre “democrática” del régimen imperante en España.
De ahí la limitación de la censura en la prensa, la elección de los delegados sindicales mediante asamblea en los comicios verticalitas, el barajeo en la escena política española de un insólito vice-presidente del Consejo y la anticipación de la regencia y la coronación del Borbón.
De ahí, también, y en primer grado, la machacona cantinela de que "En España no hay presos políticos", que algún iluso y numerosos agentes a sueldo trataron de afincar en el exterior.
El mentís más rotundo al slogan: “En España no hay presos políticos” se pronuncio en la pequeña localidad de Varese con motivo del proceso realizado contra los jóvenes estudiantes libertarios que secuestraron al vicecónsul franquista de Milán.
En el juicio de Varese, a medida que iban desfilando los testigos y los imputados, un condenado ausente iba perfilándose con mayor intensidad: Francisco Franco, Caudillo de España por la Gracia de Dios.
Por ello, el corresponsal de “La Stampa”, de Turín, Gigi Ghirotti, en el número correspondiente al 16 de noviembre escribió: “. . .se había levantado, detrás del banco de los acusados la sombra de una dictadura que a los jóvenes de todas las creencias políticas les reserva juicios que no escuchan defensores, sentencias que no admiten apelación, tribunales que no tienen la gallardía de anunciar su veredicto a los condenados...”