Author: | Eduardo R. Lafforgue | ISBN: | 9781370000463 |
Publisher: | Eduardo R. Lafforgue | Publication: | March 27, 2017 |
Imprint: | Smashwords Edition | Language: | Spanish |
Author: | Eduardo R. Lafforgue |
ISBN: | 9781370000463 |
Publisher: | Eduardo R. Lafforgue |
Publication: | March 27, 2017 |
Imprint: | Smashwords Edition |
Language: | Spanish |
Cuatro decadas han pasado desde la muerte de Mao Tse-tung.
La Revolución Cultural daba sus últimos coletazos, no por ello menos letales, y varias facciones del partido comunista luchaban bajo cubierta en espera de la inminente desaparición de Mao Tse-tung. Por un lado, su mujer Jiang Qing y sus secuaces apoyados por los guardias rojos, se resistían a toda apertura al exterior; por el otro, Chou EnLai había logrado la visita a China de Richard Nixon, lo que contribuyó a abrir el país al turismo, aunque limitado, después de más de dos décadas de hermetismo total. Con ese telón de fondo, en agosto de 1975 recorrí durante 17 días China, empezando por Cantón y terminando en Pekín.
Mi curiosidad de estudiante era enorme, y aunque no compartía ninguna de las ideas políticas que le atribuía a los que serían mis anfitriones, estaba ávido de aventura. Mi pasión por la historia, la arquitectura, el arte y la ópera me hacía anticipar las visitas a tantos y tantos edificios, templos, sitios únicos y teatros, cargados con el pasado glorioso y trágico de una de las civilizaciones más antiguas.
Esas eran mis expectativas. Mi viaje no podría haber sido más distinto de lo que imaginé. Solo el color del Pequeño Libro Rojo, donde a través de sus citas el presidente Mao había plasmado lo esencial de su filosofía, resistió el choque con la realidad: ¡era realmente rojo!
Cuatro decadas han pasado desde la muerte de Mao Tse-tung.
La Revolución Cultural daba sus últimos coletazos, no por ello menos letales, y varias facciones del partido comunista luchaban bajo cubierta en espera de la inminente desaparición de Mao Tse-tung. Por un lado, su mujer Jiang Qing y sus secuaces apoyados por los guardias rojos, se resistían a toda apertura al exterior; por el otro, Chou EnLai había logrado la visita a China de Richard Nixon, lo que contribuyó a abrir el país al turismo, aunque limitado, después de más de dos décadas de hermetismo total. Con ese telón de fondo, en agosto de 1975 recorrí durante 17 días China, empezando por Cantón y terminando en Pekín.
Mi curiosidad de estudiante era enorme, y aunque no compartía ninguna de las ideas políticas que le atribuía a los que serían mis anfitriones, estaba ávido de aventura. Mi pasión por la historia, la arquitectura, el arte y la ópera me hacía anticipar las visitas a tantos y tantos edificios, templos, sitios únicos y teatros, cargados con el pasado glorioso y trágico de una de las civilizaciones más antiguas.
Esas eran mis expectativas. Mi viaje no podría haber sido más distinto de lo que imaginé. Solo el color del Pequeño Libro Rojo, donde a través de sus citas el presidente Mao había plasmado lo esencial de su filosofía, resistió el choque con la realidad: ¡era realmente rojo!