El viage que en 1745 emprendieron por órden de la Corte de España los PP. Quiroga y Cardiel de la Compañía de Jesus, no tuvo mas objeto, que señalar un punto favorable al establecimiento de una poblacion. El que parecia mas indicado era la bahia de San Julian, y fué precisamente el que se reconoció menos propio para fomentarla:—tierra estéril, pobre de caza, de combustibles, y hasta de agua potable. Los mismos indios se retraian de habitarla y solo la visitaban para hacer sus provisiones de sal, que es lo único de que abunda. Estos Jesuitas notaron muchos errores en la descripcion que hizo Anson de aquellos parages, y negaron que desaguase en la bahia un gran rio, de que hacia mencion este viagero. Hasta en la latitud hallaron inexactos sus cálculos, cuya rectificacion prevaleció en los nuevos derroteros. En este viage científico desplegó un gran valor el jesuita Cardiel, y los detalles que dá el P. Lozano sobre una excursion de este animoso misionero en el interior de la bahia, forman un trozo que no es posible leer sin emocion.—"Cuando iban por la campaña sin camino, dice el redactor del viage, marchaba el Padre en medio, y los demas extendidos en ala á lo largo; y cuando por senda de indios (que la tuvieron muchas leguas) iba el Padre el primero, atemperando al paso de los menos fuertes, para que no les hiciesen caminar mas de lo que podian. Llevaba al pecho un crucifijo de bronce, y en la mano un báculo, grabada en él una cruz."—Estos pocos renglones son dignos de figurar en las páginas del Genio del Cristianismo del Sr. de Chateaubriand. La publicacion que hacemos de este diario no es mas que una reimpresion del que dió á luz el Padre Charlevoix en su Historia del Paraguay, de donde lo sacó Prevost para su voluminosa Historia de los viages. El mérito de esta obra, y el deseo de completar en lo posible la série de los trabajos emprendidos en tiempo del régimen colonial para perfeccionar la topografia del antiguo vireynato de Buenos Aires, nos ha inducido á darle un lugar en la presente coleccion
El viage que en 1745 emprendieron por órden de la Corte de España los PP. Quiroga y Cardiel de la Compañía de Jesus, no tuvo mas objeto, que señalar un punto favorable al establecimiento de una poblacion. El que parecia mas indicado era la bahia de San Julian, y fué precisamente el que se reconoció menos propio para fomentarla:—tierra estéril, pobre de caza, de combustibles, y hasta de agua potable. Los mismos indios se retraian de habitarla y solo la visitaban para hacer sus provisiones de sal, que es lo único de que abunda. Estos Jesuitas notaron muchos errores en la descripcion que hizo Anson de aquellos parages, y negaron que desaguase en la bahia un gran rio, de que hacia mencion este viagero. Hasta en la latitud hallaron inexactos sus cálculos, cuya rectificacion prevaleció en los nuevos derroteros. En este viage científico desplegó un gran valor el jesuita Cardiel, y los detalles que dá el P. Lozano sobre una excursion de este animoso misionero en el interior de la bahia, forman un trozo que no es posible leer sin emocion.—"Cuando iban por la campaña sin camino, dice el redactor del viage, marchaba el Padre en medio, y los demas extendidos en ala á lo largo; y cuando por senda de indios (que la tuvieron muchas leguas) iba el Padre el primero, atemperando al paso de los menos fuertes, para que no les hiciesen caminar mas de lo que podian. Llevaba al pecho un crucifijo de bronce, y en la mano un báculo, grabada en él una cruz."—Estos pocos renglones son dignos de figurar en las páginas del Genio del Cristianismo del Sr. de Chateaubriand. La publicacion que hacemos de este diario no es mas que una reimpresion del que dió á luz el Padre Charlevoix en su Historia del Paraguay, de donde lo sacó Prevost para su voluminosa Historia de los viages. El mérito de esta obra, y el deseo de completar en lo posible la série de los trabajos emprendidos en tiempo del régimen colonial para perfeccionar la topografia del antiguo vireynato de Buenos Aires, nos ha inducido á darle un lugar en la presente coleccion