Cuestiones de Fe y Ciencia, una verdadera obra de arte, demuestra dos cosas: 1) la irrefutable certeza de que la Torá contiene verdades absolutas que ninguna fuerza puede contradecir; 2) que el método científico moderno avala esta convicción milenaria. Y la autoridad del Rebe en ambas esferas —la de la convicción absoluta y la del conocimiento científico— está más allá de toda duda. El enfoque del Rebe es lúcido y no se presta a ambigüedades: puesto que Di-s “observó la Torá y creó el mundo”, el “producto” —el mundo y su naturaleza— no puede contradecir el “bosquejo” en base al cual fuera creado. Así, la Torá es la única fuente de conocimiento genuino, perfecto y concluyente de cualquier disciplina, incluyendo los fenómenos investigados por la ciencia. En contraste, el conocimiento que la ciencia obtiene con el acopio de información empírica es limitado, relativo y mutante. Por lo que no se le puede asignar el carácter de “verdad“. Esta idea, sin embargo, no degrada la importancia de la ciencia y su capacidad en cuestiones prácticas como la ingeniería, la medicina, etc. (Dicho sea de paso, también el pensamiento científico contemporáneo reconoce que la ciencia no busca “verdades” sino probabilidades más aceptables). Esta perspectiva incondicional es el fundamento de todas las enseñanzas y explicaciones del Rebe en estas esferas. El Rebe enfatizó en numerosas ocasiones que el desarrollo contemporáneo de las ciencias más bien las reconcilia con las palabras de nuestros Sabios. Ya hemos mencionado la unidad del Creador percibida con la observación de la unidad en la Creación. El Rebe señala al respecto la unidad de materia y energía, así como la unidad de fuerzas naturales diferentes, producto de las investigaciones de Einstein y de la física moderna en general. Cuenta el Profesor Herman Branover, director del Departamento de Magnetohidrodinámina de la Universidad Ben Gurión: “Yo mismo me vi privilegiado con sugerencias prácticas en las disciplinas de mi profesión —energía, turbulencia y magneto hidrodinámica— en numerosas ocasiones, incluso en la instalación de mi laboratorio en Beer Sheva, donde hemos realizado numerosas investigaciones y logrado avances tecnológicos de importancia, de los cuales el Rebe solicitaba permanentemente un informe minucioso. No una descripción general, sino un informe científico completo, con cifras y definiciones. En ocasiones, marcó el rumbo de las investigaciones, y hasta hubo oportunidades en las que tras instantes de lectura del material presentado señaló errores en los cálculos extensos y complejos realizados por ordenador, obligando a los calculistas a trabajar durante meses para identificar el error que, curiosamente, había pasado inadvertido a científicos expertos. ‘¿Cómo es posible?’, preguntan muchos. ¿Erudición científica? ¿Erudito en la Torá? ¿Inspiración Divina? ¡Indudablemente, tanto una cosa como la otra!” También el Profesor Rozenblum, célebre matemático de la Universidad de Columbia, presentaba al Rebe todo artículo científico que publicaba, y recibía en respuesta instrucciones y consejos. El Profesor Green, famoso microbiólogo de la Universidad de Minnesotta y hombre de la NASA, envió al Rebe, a su pedido, más de 40 volúmenes de informes oficiales sobre el aspecto microbiológico del programa espacial norteamericano. En su respuesta el Rebe señaló algunos errores en el informe y contradicciones entre un volumen y otro.
Cuestiones de Fe y Ciencia, una verdadera obra de arte, demuestra dos cosas: 1) la irrefutable certeza de que la Torá contiene verdades absolutas que ninguna fuerza puede contradecir; 2) que el método científico moderno avala esta convicción milenaria. Y la autoridad del Rebe en ambas esferas —la de la convicción absoluta y la del conocimiento científico— está más allá de toda duda. El enfoque del Rebe es lúcido y no se presta a ambigüedades: puesto que Di-s “observó la Torá y creó el mundo”, el “producto” —el mundo y su naturaleza— no puede contradecir el “bosquejo” en base al cual fuera creado. Así, la Torá es la única fuente de conocimiento genuino, perfecto y concluyente de cualquier disciplina, incluyendo los fenómenos investigados por la ciencia. En contraste, el conocimiento que la ciencia obtiene con el acopio de información empírica es limitado, relativo y mutante. Por lo que no se le puede asignar el carácter de “verdad“. Esta idea, sin embargo, no degrada la importancia de la ciencia y su capacidad en cuestiones prácticas como la ingeniería, la medicina, etc. (Dicho sea de paso, también el pensamiento científico contemporáneo reconoce que la ciencia no busca “verdades” sino probabilidades más aceptables). Esta perspectiva incondicional es el fundamento de todas las enseñanzas y explicaciones del Rebe en estas esferas. El Rebe enfatizó en numerosas ocasiones que el desarrollo contemporáneo de las ciencias más bien las reconcilia con las palabras de nuestros Sabios. Ya hemos mencionado la unidad del Creador percibida con la observación de la unidad en la Creación. El Rebe señala al respecto la unidad de materia y energía, así como la unidad de fuerzas naturales diferentes, producto de las investigaciones de Einstein y de la física moderna en general. Cuenta el Profesor Herman Branover, director del Departamento de Magnetohidrodinámina de la Universidad Ben Gurión: “Yo mismo me vi privilegiado con sugerencias prácticas en las disciplinas de mi profesión —energía, turbulencia y magneto hidrodinámica— en numerosas ocasiones, incluso en la instalación de mi laboratorio en Beer Sheva, donde hemos realizado numerosas investigaciones y logrado avances tecnológicos de importancia, de los cuales el Rebe solicitaba permanentemente un informe minucioso. No una descripción general, sino un informe científico completo, con cifras y definiciones. En ocasiones, marcó el rumbo de las investigaciones, y hasta hubo oportunidades en las que tras instantes de lectura del material presentado señaló errores en los cálculos extensos y complejos realizados por ordenador, obligando a los calculistas a trabajar durante meses para identificar el error que, curiosamente, había pasado inadvertido a científicos expertos. ‘¿Cómo es posible?’, preguntan muchos. ¿Erudición científica? ¿Erudito en la Torá? ¿Inspiración Divina? ¡Indudablemente, tanto una cosa como la otra!” También el Profesor Rozenblum, célebre matemático de la Universidad de Columbia, presentaba al Rebe todo artículo científico que publicaba, y recibía en respuesta instrucciones y consejos. El Profesor Green, famoso microbiólogo de la Universidad de Minnesotta y hombre de la NASA, envió al Rebe, a su pedido, más de 40 volúmenes de informes oficiales sobre el aspecto microbiológico del programa espacial norteamericano. En su respuesta el Rebe señaló algunos errores en el informe y contradicciones entre un volumen y otro.