Author: | General (r) Gustavo Pardo Ariza | ISBN: | 1230001549874 |
Publisher: | Ediciones GAP | Publication: | February 16, 2017 |
Imprint: | Language: | Spanish |
Author: | General (r) Gustavo Pardo Ariza |
ISBN: | 1230001549874 |
Publisher: | Ediciones GAP |
Publication: | February 16, 2017 |
Imprint: | |
Language: | Spanish |
La fuga del narcotraficante Pablo Escobarde la supuesta cárcel La Catedral, sucedida entre la noche del 21 de julio y el amanecer del 22 de julio de 1992, es uno de los más vergonzosos episodios de la estructural ineptitud funcional de sucesivos gobernantes colombianos, sujetos a la improvisación, incumplimiento de las funciones que juraron asumir y ausencia de autoridad contra las formas delictivas que azotan a Colombia desde antes de su nacimiento como república.
El principal responsable de este fracaso fue el presidente Cesar Gaviria Trujillo con susministros de Justicia César González y de Defensa Rafael Pardo Rueda, que ignorantes en grado sumo de la naturaleza de la misión institucional y de los procedimientos tácticos y estratégicos de las operaciones militares, desconocieron a los mandos naturales de las tropas y decidieron trasladar del antro de cinco estrellas a Escobar y sus secuaces.
El general Gustavo Pardo comandante de la Cuarta Brigada había denunciado por escrito, que el supuesto centro carcelario al que por imposición de Escobar no podían acceder las autoridades militares o de policía, era en realidad un centro delictivo, terrorismo, planeamiento de masacres, ejecuciones extrajudiciales, transacciones de cocaína y órdenes para asesinar enemigos del cartel de Medellín.
Por desgracia para Colombia y por culpa de los tres funcionarios enunciados, no hubo acciones correctivas a tiempo, sino que cuando la información se filtró Gaviria, Pardo y González urdieron una de sala de crisis para el planeamiento estratégico de la secreta misión de sacar a Escobar de la Catedral, pero en medio de la arrogancia olvidaron la elemental norma de carácter militar, de elaborar una orden de operaciones concreta con misiones específicas, instrucciones de coordinación y en especial determinar el mando, control y comunicaciones del proceso. De remate a sabiendas del poder corruptor del narcotráfico, no tuvieron en cuenta que Escobar y sus bandidos sabrían primero que las tropas, que serían sacados del antro. Desconocedores de la doctrina militar, pero jugando a estrategas de escritorio, Pardo, Gaviria y González, enviaron al viceministro de Justicia y al Director Nacional de Prisiones a ejecutar la tarea y sin explicar la misión, ordenaron al general Pardo que se trasladara a la supuesta cárcel para supervisar el ejercicio. Escobar que con la venia del gobierno Gaviria tenía sofisticados equipos de comunicación dentro del penal, ordenó secuestrar a los dos funcionarios mientras el escapaba, gracias a la complicidad de la guardia carcelaria impuesta por el mismo.
Con argucias Gaviria se lavó las manos, mantuvo en los altos cargos a los dos ineptos ministros, destituyó al general Pardo y envió a comisiones de estudio pagadas por los colombianos, al torpe viceministro Mendoza de la Torre.
El testimonio del general Pardo, resumido en Cogobierno desde la Catedral, queda para la posteridad, como prueba fehaciente de la indignidad de muchos gobernantes, y referencia para nuevas generaciones de la necesidad que los presidentes de la república conozcan la naturaleza constitucional de las tropas, las normas de defensa nacional y el respeto por la misión que cumple cada uno de los estamentos del Estado.
Pasarán muchos años, quizás siglos y la vergonzosa fuga de Pablo Escobar, será recordada como la muestra precisa del daño que un presidente mediocre y unos funcionarios impreparados, pueden causar a un país, como es el caso de Colombia, donde siempre los delincuentes de todas las pelambres han tenido contacto directo con altas esferas del poder.
Este es un libro recomendado 100% y de obligatoria lectura para historiadores, cientistas políticos, sociólogos, militares, policías, ministros del despacho y adultos en general interesados en temas afines a la seguridad, la criminología y la historia de los pueblos.
La fuga del narcotraficante Pablo Escobarde la supuesta cárcel La Catedral, sucedida entre la noche del 21 de julio y el amanecer del 22 de julio de 1992, es uno de los más vergonzosos episodios de la estructural ineptitud funcional de sucesivos gobernantes colombianos, sujetos a la improvisación, incumplimiento de las funciones que juraron asumir y ausencia de autoridad contra las formas delictivas que azotan a Colombia desde antes de su nacimiento como república.
El principal responsable de este fracaso fue el presidente Cesar Gaviria Trujillo con susministros de Justicia César González y de Defensa Rafael Pardo Rueda, que ignorantes en grado sumo de la naturaleza de la misión institucional y de los procedimientos tácticos y estratégicos de las operaciones militares, desconocieron a los mandos naturales de las tropas y decidieron trasladar del antro de cinco estrellas a Escobar y sus secuaces.
El general Gustavo Pardo comandante de la Cuarta Brigada había denunciado por escrito, que el supuesto centro carcelario al que por imposición de Escobar no podían acceder las autoridades militares o de policía, era en realidad un centro delictivo, terrorismo, planeamiento de masacres, ejecuciones extrajudiciales, transacciones de cocaína y órdenes para asesinar enemigos del cartel de Medellín.
Por desgracia para Colombia y por culpa de los tres funcionarios enunciados, no hubo acciones correctivas a tiempo, sino que cuando la información se filtró Gaviria, Pardo y González urdieron una de sala de crisis para el planeamiento estratégico de la secreta misión de sacar a Escobar de la Catedral, pero en medio de la arrogancia olvidaron la elemental norma de carácter militar, de elaborar una orden de operaciones concreta con misiones específicas, instrucciones de coordinación y en especial determinar el mando, control y comunicaciones del proceso. De remate a sabiendas del poder corruptor del narcotráfico, no tuvieron en cuenta que Escobar y sus bandidos sabrían primero que las tropas, que serían sacados del antro. Desconocedores de la doctrina militar, pero jugando a estrategas de escritorio, Pardo, Gaviria y González, enviaron al viceministro de Justicia y al Director Nacional de Prisiones a ejecutar la tarea y sin explicar la misión, ordenaron al general Pardo que se trasladara a la supuesta cárcel para supervisar el ejercicio. Escobar que con la venia del gobierno Gaviria tenía sofisticados equipos de comunicación dentro del penal, ordenó secuestrar a los dos funcionarios mientras el escapaba, gracias a la complicidad de la guardia carcelaria impuesta por el mismo.
Con argucias Gaviria se lavó las manos, mantuvo en los altos cargos a los dos ineptos ministros, destituyó al general Pardo y envió a comisiones de estudio pagadas por los colombianos, al torpe viceministro Mendoza de la Torre.
El testimonio del general Pardo, resumido en Cogobierno desde la Catedral, queda para la posteridad, como prueba fehaciente de la indignidad de muchos gobernantes, y referencia para nuevas generaciones de la necesidad que los presidentes de la república conozcan la naturaleza constitucional de las tropas, las normas de defensa nacional y el respeto por la misión que cumple cada uno de los estamentos del Estado.
Pasarán muchos años, quizás siglos y la vergonzosa fuga de Pablo Escobar, será recordada como la muestra precisa del daño que un presidente mediocre y unos funcionarios impreparados, pueden causar a un país, como es el caso de Colombia, donde siempre los delincuentes de todas las pelambres han tenido contacto directo con altas esferas del poder.
Este es un libro recomendado 100% y de obligatoria lectura para historiadores, cientistas políticos, sociólogos, militares, policías, ministros del despacho y adultos en general interesados en temas afines a la seguridad, la criminología y la historia de los pueblos.